Como anunciado, como una muerte anunciada, la yaya se ha ido. Una gran mujer? Pues no, la verdad, no destacó por nada en especial, salvo por que yo la quería mucho. Como todas las abuelas, la mía ha dejado huella. Por lo que fue, por lo que no fue y por los recuerdos que me vienen a la cabeza en estos días.
Siempre la vi como una guerrera, como una luchadora sin fin, sin grandes meta, pero siempre sin pausa. Dura, muy dura, mas dura que la retama que crece en Alatoz, su pueblo.